A principios de este año, la relación entre España y Marruecos ha estado en un vaivén, ambos países pueden estar entre elogios y buenos términos, y luego, saltar entre crisis y crisis, siendo que ambos teniendo vínculos económicos y geográficos, deberían tener una buena relación.
Para entender un poco más los inicios del conflicto, es importante mencionar que en Marruecos se ha librado una batalla entre Rabat, la capital del país y el Frente Polisario, un movimiento de liberación que busca el reconocimiento del Sahara Occidental como colonia independiente.
Sin embargo, en 1975, este territorio se integró en Marruecos y desde ese año existe una batalla entre estos dos frentes, que ha provocado guerrillas contra las fuerzas marroquíes con el apoyo de aliados como Argelia.
La tensión bélica entre Marruecos y el Polisario se reactivó el año pasado en 2020 tras la incursión de tropas marroquíes en el paso fronterizo de la región de Guerguerat, una zona desmilitarizada.
Esta acción llevó al Frente Polisario a denunciar que Marruecos había roto el acuerdo de alto el fuego firmado en 1991 y había declarado el estado de guerra en todo el territorio. La ONU ha buscado una solución a través del diálogo entre los dos frentes, sin embargo, desde 2019 no se ha reanudado.
Uno de los primeros acontecimientos del año que inició el conflicto entre Marruecos y España ocurrió el pasado 17 de abril cuando el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Democrática del Sahara desde 2016, Ibrahim Gali, fue atendido en suelo español por complicaciones de Covid-19.
Gali entró en España en una operación secreta y con un pasaporte argelino a nombre de Mohammed Ben Battouche. Esta acción provocó acusaciones por parte del gobierno marroquí, convirtiendo el hecho en un escándalo, a sabiendas de que el líder del Frente Polisario se enfrenta a diferentes cargos en el país europeo por tortura, detención ilegal y secuestro.
Por su parte, el gobierno español alegó razones humanitarias para permitir que Ibrahim Gali fuera tratado en un hospital español. Marruecos no se tomó bien las aclaraciones de España y le recordó que siempre ha apoyado al gobierno en temas como el referéndum independentista catalán.
El 31 de mayo, el gobierno marroquí emitió un extenso comunicado en el que acusaba a España de haber permitido la entrada en su territorio de una persona acusada de varios delitos y con un pasaporte falso, afirmando además que la crisis entre ambos países se debe a una cuestión de “pérdida de confianza y respeto mutuo”.
Galil fue juzgado el 1 de junio donde el juez anunció que no condenaba a Gali por entrar en el país con documentación falsa y posteriormente se declaró inocente y regresó a Argelia, otro país en crisis con Marruecos.
El 17 de mayo, aproximadamente 8 mil personas marroquíes cruzaron la frontera de Ceuta buscando entrar a España, por lo que la Guardia Civil española comenzó con la detención y deportación, algunas de manera inhumana señaló la prensa marroquí, señalando que casi la mitad de los refugiados eran menores de edad.
Desde 2014, la crisis migratoria que enfrenta España ha ido en aumento con el llamado “sueño español”, que ha hecho que miles de personas de Marruecos busquen un mejor futuro en suelo europeo, y las cifras, según el gobierno español, alcanzan los 711 mil ciudadanos indocumentados que viven en el país.
Desde hace más de 50 años, los pueblos africanos vecinos han estado en conflicto, sin embargo, el apoyo de Argelia al Frente Polisario ha hecho que la enemistad con el otro frente, el de Rabat, intensifique la crisis entre ambas poblaciones.
La tensión ha generado que en octubre el gobierno argelino decidiera no renovar el contrato del gasoducto que atraviesa y abastece a Marruecos y llega a España, alegando “prácticas hostiles” por parte del gobierno marroquí.
Esto afecta a Marruecos, ya que la mayor parte del gas que recibe procede de ese acuerdo, y abastece los principales sistemas eléctricos del país. Rabat consideró esta acción como “injustificada”.
La ONU, tras el conflicto, hizo un llamamiento a los países implicados para que reanuden “sin condiciones previas y de buena fe” las negociaciones sobre el Sáhara Occidental, con el fin de alcanzar una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable”, en la perspectiva de la “autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental”.
Esta práctica buscará un alto el fuego en las regiones, respetando los acuerdos militares que los países habían alcanzado, con vistas a una mejor condición para los habitantes del Sáhara Occidental.
|| Con información de AFP