MOSCÚ. Rusia anunció que empezará este día a retirar sus tropas cerca de la frontera con Ucrania, poniendo fin a unas maniobras militares que habían preocupado a Occidente, una decisión que fue bien recibida por el gobierno de Kiev.
En otra señal de aparente desescalada, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que estaba dispuesto a recibir a su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, en Moscú “en cualquier momento” para discutir las tensas relaciones bilaterales.
Pero Putin le sugirió que si quiere discutir el conflicto entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, lo haga con los líderes de las dos repúblicas autoproclamadas por los rebeldes.
La presencia de decenas de miles de tropas cerca de Ucrania -que lucha contra los separatistas prorrusos en el este- había alimentado las tensiones y las críticas recíprocas entre Moscú, por un lado, y los occidentales y la propia Ucrania, por otro.
“Escuchamos el anuncio hecho por Rusia (…) Escuchamos sus palabras, ahora esperamos las acciones”, aseguró el portavoz de la diplomacia estadounidense, Ned Price, asegurando que su país seguirá “de cerca” la situación.
La OTAN, por su parte, tomó nota del anuncio de la retirada de los soldados rusos, pero aseguró que permanecerá “vigilante”, dijo un funcionario de la Alianza.
El presidente ucraniano también se congratuló de la retirada de las tropas rusas, ya que “conduce a una reducción proporcional de la tensión”, aunque precisó que permanecerá “vigilante”.
Kiev había expresado previamente su temor a una “invasión” rusa, aunque el Kremlin aseguró que “no amenaza a nadie”. Moscú aseguró que sus soldados realizaron precisamente estos “ejercicios” para hacer frente a las provocaciones ucranianas y a las actividades “amenazantes” de la OTAN en sus fronteras.
“Las tropas han demostrado su capacidad para garantizar una defensa fiable”, dijo el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, quien explicó que había dado la orden de que regresaran a “sus bases permanentes” a partir de hoy.
Shoigu llegó a Crimea, península anexionada por Rusia en 2014, para asistir a una de las fases de las maniobras militares en las que, según el Ministerio de Defensa, participan 10.000 militares, aviación, unos 40 barcos, defensa antiaérea y tropas aerotransportadas.
Antes de estas maniobras, Rusia había multiplicado estos últimos días los ejercicios en el Mar Negro y en Crimea, tras haber desplegado estas últimas tres semanas decenas de miles de efectivos militares en las fronteras de Ucrania, hasta 100.000 efectivos según la Unión Europea.
Moscú también ha limitado durante seis meses la navegación de buques y oficiales militares extranjeros en tres zonas de la costa de Crimea, especialmente en torno a la península de Kerch.
Esta zona es muy controvertida por su proximidad al estrecho de Kerch, que une el Mar Negro con el Mar de Azov y es crucial para las exportaciones producidas en Ucrania. La UE calificó estas limitaciones de “escalada”.
La tensión entre la República Checa y Rusia volvió a aumentar debido a la expulsión masiva de diplomáticos rusos anunciada por Praga, en el marco de la disputa por la supuesta implicación de Moscú en la explosión de un polvorín en la que murieron dos trabajadores en 2014.
Al informar de la medida adoptada, el nuevo ministro checo de Asuntos Exteriores, Jakub Kulhanek, no precisó cuántos miembros de la embajada rusa en Praga tendrán que salir, pero explicó que el personal de esa legación no puede ser mayor que el de la checa en Moscú.
Anteriormente, Eslovaquia anunció la expulsión de tres diplomáticos rusos de su territorio por violar acuerdos internacionales y leyes locales del país.
“Tres representantes de la misión diplomática de la Federación Rusa deben poner fin a su estancia y abandonar el territorio de la República Eslovaca en un plazo de siete días”, explicó el gobierno. Moscú declaró que responderá a estas expulsiones.