Los audífonos de venta libre podrían llegar pronto a las estanterías de las farmacias comunitarias de todo el país.
Farmacéuticos y audiólogos están estudiando posibles formas de distribuir y dispensar estos audífonos de venta libre en un mercado dominado por sólo un puñado de fabricantes para que estén disponibles sin receta y sean más accesibles para los aproximadamente 28,8 millones de adultos estadounidenses que podrían beneficiarse de su uso.
El dispositivo, que se coloca alrededor de la oreja, hace que los sonidos deseados sean más audibles para las personas con pérdida de audición. Los audífonos incluyen un micrófono, un amplificador y un altavoz en miniatura para aumentar el volumen de los sonidos.
En 2017, la Ley de Reautorización de la FDA designó una nueva clase de audífonos que estarán disponibles sin receta para aumentar la accesibilidad y asequibilidad de los audífonos para los adultos estadounidenses.
Estos audífonos estarán disponibles para su compra sin necesidad de una evaluación médica por parte de un médico o una adaptación por parte de un audiólogo. Sin embargo, los audífonos de venta libre están diseñados únicamente para adultos que creen tener una pérdida de audición de leve a moderada.
La aplicación de esta normativa lleva un año de retraso, en gran parte debido a la pandemia de Covid-19.
En julio de 2021, el presidente Joe Biden ordenó al Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. que emitiera una propuesta de normativa en un plazo de 120 días sobre cómo se pueden comercializar y vender los audífonos sin receta médica.
Todavía se desconoce cómo venderán las farmacias comunitarias estos nuevos dispositivos, pero la ley aumentará sin duda el acceso del público a los audífonos.
Por un lado, las farmacias son más accesibles para los norteamericanos que las consultas de audiología. Los audiólogos suelen estar situados en áreas metropolitanas con mayores ingresos, poblaciones más jóvenes y mayor cobertura de seguros, con una menor proporción de personas que necesitan más audífonos, es decir, adultos mayores.
En cambio, el 90 por ciento de los norteamericanos vive a menos de 8 kilómetros de una de las más de 60.000 farmacias comunitarias de todo el país.
Esto también permitirá que los audífonos lleguen a los oídos de los pacientes más rápidamente.
Normalmente se tarda una media de cuatro a cinco años desde que las personas reconocen su pérdida de audición hasta que acuden a un profesional sanitario y, a veces, seis años más para conseguir un dispositivo auditivo.
Con esta nueva ley, las personas podrán adquirir audífonos sin receta médica en cuanto se den cuenta de sus dificultades auditivas.
Los audífonos de venta libre ofrecerán un enfoque de “hágalo usted mismo” para tratar la pérdida de audición. Por ejemplo, se puede utilizar una aplicación de smartphone para guiar a los usuarios sobre cómo medir y autoajustar el audífono para que se adapte mejor a su oído. Los audífonos tradicionales requieren una prueba de audición administrada por un profesional y características técnicas que pueden permitir un ajuste más personalizado.
Sólo el 3,7 por ciento de las personas que declaran tener dificultades auditivas poseen audífonos.
Los audífonos tradicionales cuestan una media de más de 5.000 dólares por par, mientras que los audífonos de venta libre suelen costar menos de 1.000 dólares. Los gastos y servicios asociados a los audífonos, incluido el proceso de adaptación, que requiere una media de 2,5 visitas al audiólogo, no suelen estar cubiertos por Medicare, Medicaid o las aseguradoras privadas.
También existen disparidades raciales en el uso de audífonos. Aunque los afroamericanos tienen más probabilidades de haberse sometido a una prueba de audición reciente, es menos probable que utilicen audífonos con regularidad que los adultos mayores blancos.
Estas disparidades pueden tener posibles consecuencias negativas para la salud y la calidad de vida, incluyendo un mayor riesgo de deterioro cognitivo, demencia y caídas, así como aislamiento social, soledad y depresión.
Aunque los audífonos de venta libre no requieren la consulta de un profesional médico, se espera que los farmacéuticos desempeñen un papel importante para garantizar su uso seguro y eficaz.