Donald Trump acude este miércoles a la frontera con México para quejarse de “la peor crisis migratoria” de la historia de Estados Unidos, provocada según él por su sucesor Joe Biden, y retomar el hilo conductor de su presidencia: la lucha contra la inmigración ilegal.
Una “frontera sur destruida”, “una verdadera zona de desastre”, dice Trump de cara a una nueva candidatura presidencial en 2024. El republicano no ha perdido su retórica desde su “retiro” en sus residencias de Florida y Nueva Jersey.
Con estas palabras anunció su primera visita desde que dejó la Casa Blanca el pasado 20 de enero. El ex presidente viaja a Weslaco, una pequeña ciudad en el extremo sur de Texas, cerca de la frontera.
Bajo chubascos dispersos, la calma reinaba en esta localidad el miércoles por la mañana, antes de la llegada del ex presidente. Una furgoneta decorada con pancartas de Trump recordaba su popularidad en este estado conservador.
Precisamente en Texas, el 12 de enero, realizó su última visita oficial para hablar de inmigración.
Junto al gobernador de Texas, Greg Abbott, y una delegación de parlamentarios republicanos, se reunirá en torno a las 11H30 (16H30 GMT) con funcionarios para una reunión de “seguridad fronteriza”, y luego visitará, una hora después, un tramo del “muro” que separa a Estados Unidos de México.
“¡Construir el muro!” se escuchaba con frecuencia en sus mítines de campaña antes de su elección en 2016.
Durante sus cuatro años como presidente, se completaron aproximadamente 600 kilómetros, aunque la mayoría de estos tramos fueron mejoras de vallas ya existentes.
Para los republicanos, el programa del multimillonario funcionó, pero la llegada de Biden a la Casa Blanca con la promesa de una política migratoria “más humana” creó un efecto de arrastre.
La primavera estuvo marcada por un número récord de detenciones en los 3.200 kilómetros de la frontera sur de Estados Unidos.
En mayo, unas 180.000 personas fueron detenidas tras entrar ilegalmente, la cifra más alta en 15 años.
La oposición acusa a la vicepresidenta Kamala Harris, encargada de gestionar la migración irregular, de ignorar la “crisis”.
El gobernador de Texas decretó a mediados de junio que el estado seguirá construyendo el muro fronterizo. Y la gobernadora republicana de Dakota del Sur, Kristi Noem, acaba de anunciar que enviará decenas de efectivos de la Guardia Nacional de su estado a la frontera, a pesar de estar a más de 2.000 kilómetros al norte de la misma.
Los demócratas acusan a los republicanos de manipulación política y aseguran que el aumento de migrantes en la frontera se debe a muchos factores, al tiempo que recuerdan la polémica política de la separación de familias impuesta por Trump.
Bajo su presidencia, cerca de 4 mil niños migrantes fueron separados de sus familias. A principios de junio, más de 2 mil aún no se habían reunido con sus seres queridos.
“Durante cuatro años, los republicanos han guardado silencio mientras Trump saboteaba nuestro sistema de inmigración”, dijo el miércoles el portavoz del Partido Demócrata, Ammar Moussa, quien calificó la visita del ex presidente como un “espectáculo de payasos”
Expulsado de las redes sociales desde el asalto al Capitolio del 6 de enero por parte de sus partidarios, Trump conserva mucho peso en su partido. Y está decidido a seguir teniendo peso en la política estadounidense.
Tras meses de casi silencio, su agenda se acelera. El magnate inmobiliario volvió a sus clásicos mítines el pasado sábado, en Ohio, el arranque de su campaña para las elecciones legislativas y locales de noviembre de 2022.
Ante miles de seguidores, repitió sus infundadas acusaciones de “robo” en las elecciones que perdió frente a Biden. Y dejó entrever que buscará una nueva candidatura para las próximas elecciones presidenciales. Este sábado tendrá otro gran mitin en Sarasota, Florida.