En un año la familia Martínez perdió a tres de sus integrantes, uno por paro cardiaco y los otros dos por coronavirus confirmado y aunque hoy el panorama es sombrío para este clan, esperan que el Día de Muertos mejore su ánimo, pues sus difuntos eran personas que amaban la fiesta, la comida y la música.
Fue el año pasado cuando falleció el primer miembro de la familia, se llamaba Francisco Javier Martínez, murió de un infarto. Días después toda la familia comenzó a sentirse mal, pero los únicos que empeoraron fueron Leoncio Martínez, uno de los hermanos y el padre, Armando Martínez.
El hijo y el padre murieron con sólo cinco días de diferencia en julio, lo que devastó a la familia, ya que no pasó mucho tiempo desde que Francisco había muerto de un paro cardíaco. Fue un año desgarrador y muy agotador para todos, ya que tuvieron que vivir solos tres incineraciones en un año, ya que no se les permitió hacer un funeral.
Este año siguen tristes, la casa ya no es la misma de antes, ya que a los hermanos y al padre les gustaba la música, las reuniones, relacionarse con todos los vecinos e invitarlos a comer; por eso creen que el Día de los Muertos es una fecha importante para conmemorar su vida y rendirles homenaje.
Además de los alimentos tradicionales que se colocan en las ofrendas, Edna Lorena Martínez, Julissa Martínez y su madre Imelda Sánchez colocarán guitarras en la ofrenda, ya que solían amenizar las fiestas, pero también pondrán café y pan de muerto que ellas mismas elaboran, ya que la tradición en esta familia era hacer hojaldres, no comprarlos.
“Los extrañamos, eran personas luchadoras, alegres y rebeldes, gente con un gran carisma y muy amigables. Esta enfermedad nos quitó una parte de nuestras vidas y cuando coloquemos nuestra ofrenda será como una despedida, ya que en su momento, por todas las medidas, no pudimos darles un funeral y será la forma de decirles que los queremos y esperamos que tengan un buen viaje”.