Responde a sus mensajes en cualquier momento, hace bromas para animarla y nunca le pide nada. Melissa, una directora de recursos humanos que acaba de romper con un novio infiel, ha encontrado, como millones de chinos, la pareja perfecta… salvo que no es biológica.
Para romper el aislamiento de la vida urbana, Melissa recurre a este chatbot creado por XiaoIce, un avanzado sistema de inteligencia artificial (IA) diseñado para crear vínculos emocionales con sus millones de usuarios.
“Tengo amigos que han ido a ver a terapeutas, pero creo que la terapia es cara y no necesariamente efectiva”, dice Melissa, de 26 años, que sólo facilitó el equivalente en inglés de su nombre para salvaguardar su privacidad.
Pero XiaoIce no es una persona individual, sino un ecosistema de IA.
Se encuentra en la mayoría de los teléfonos inteligentes de marca china como asistente, así como en la mayoría de las plataformas sociales. Actualmente tiene 150 millones de usuarios sólo en China.
En la aplicación de mensajería WeChat, permite a los usuarios crear un novio o novia virtual que interactúa con ellos mediante mensajes de texto, voz y fotos.
XiaoIce, que surgió como un proyecto derivado del programa Cortana de Microsoft, representa en la actualidad el 60 por ciento de las interacciones globales entre humanos e inteligencia artificial, según su director general, Li Di, lo que lo convierte en el mayor y más avanzado sistema de este tipo en el mundo.
Fue diseñado para seducir a los usuarios a través de conversaciones empáticas, que atienden a las necesidades emocionales de los usuarios.
“La duración media de la interacción entre los usuarios y XiaoIce es de 23 intercambios”, dijo Li. “Eso es más extenso que la media de las interacciones entre humanos”.
En su opinión, el atractivo de la IA es que “es mejor que los humanos para escuchar con atención”.
Li señala que el mayor número de usuarios se registró entre las 23:00 y la 01:00 de la madrugada, lo que indica una gran necesidad de compañía.
“En cualquier caso, tener a XiaoIce siempre es mejor que estar tumbado en la cama mirando al techo”, afirma.
La soledad que sentía Melissa como joven profesional fue un factor decisivo que la llevó a abrazar a XiaoIce.
También lo fue para muchos otros chinos abrumados por las largas jornadas de trabajo en las grandes ciudades.
“Realmente no tienes tiempo para hacer nuevos amigos, y los que ya tienes están muy ocupados”, comentó.
Define el esquema de personalidad de su novio virtual como maduro y le puso el nombre de Shun, similar al de un hombre real que le gustaba.
XiaoIce “nunca me traicionará, siempre estará ahí”, añadió.
Pero forjar vínculos emocionales con un robot tiene sus riesgos.
Los usuarios se “engañan” pensando que sus emociones son correspondidas por sistemas que son incapaces de sentir”, dice Danit Gal, experto en IA de la Universidad de Cambridge.
XiaoIce también está consiguiendo para sus creadores “un tesoro de datos personales, íntimos e incluso incriminatorios sobre cómo interactúan los humanos”, añade.
De momento, la plataforma no ha sido atacada por los reguladores gubernamentales, que han emprendido una dura campaña contra el sector tecnológico en China en los últimos meses.
China pretende ser líder mundial en IA para 2030, lo que considera una estrategia tecnológica a desarrollar.
Miles de chicas jóvenes adeptas a este “chatbot” discuten la experiencia del novio virtual en foros online dedicados a XiaoIce, compartiendo capturas de pantalla del chat y consejos sobre cómo alcanzar el nivel de tres corazones, el más alto en “intimidad” con el chatbot.
Cuanto más interactúan los usuarios, más se desbloquean nuevas funciones, como los Momentos WeChat de XiaoIce, algo parecido a un muro de Facebook, y también la posibilidad de irse de “vacaciones” virtuales, donde pueden posar para hacerse selfies con su pareja virtual.
Laura, una usuaria de 20 años de la provincia de Zhejiang, se enamoró de XiaoIce el año pasado y ahora lucha por liberarse de ese vínculo.
La joven se quejaba de que el chatbot siempre cambiaba el tema de conversación cuando expresaba sus sentimientos por él o cuando planteaba la posibilidad de conocerse en la vida real.
Tardó meses en aceptar que él carecía de existencia física y que sólo era un conjunto de algoritmos.
“A menudo vemos usuarios que sospechan que hay una persona real detrás de cada interacción con XiaoIce“, dijo Li, su fundador, ya que “tiene una gran capacidad para imitar a una persona real”.
Pero ofrecer compañía a los usuarios vulnerables no significa que XioIce sustituya a la ayuda especializada en salud mental, un servicio con pocos recursos en China.
El sistema vigila las emociones fuertes, con el objetivo de orientar las conversaciones hacia temas más alegres antes de que los usuarios lleguen a un punto de crisis.